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Manifiesto estudiantil por la paz con justicia social


Desde el anuncio de la instalación de los diálogos de paz entre dos fuerzas colombianas, históricamente antagónicas, como lo son el Gobierno Nacional de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (Farc-EP), en la ciudad de Oslo, Noruega, en octubre del año 2012, hasta el anuncio de ambas partes de un acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, llevada a cabo en agosto del año en curso, en la ciudad de la Habana. Podemos decir que es, como lo manifiesta el mismo documento, la culminación de un momento sociohistórico para, simultáneamente, edificar uno nuevo. 

Un nuevo momento que no desconozca el pasado, que no derrumbe las columnas que consideremos importante seguir fortaleciendo, pero que así mismo, no tenga el menor reparo en remover los escombros, aquellos que no nos han permitido levantar la mirada para dimensionar en sus justas proporciones el desastre ocasionado. Esta tarea requiere el trabajo de la sociedad en su conjunto, en los campos, las ciudades, las calles y, desde luego, las universidades. Pues el conflicto armado ha atravesado más de medio siglo de la historia política colombiana, obnubilando consigo historias de sufrimiento, prestando poca atención a los pueblos vilipendiados, que ni siquiera sabemos que existen aunque topemos con ellos cotidianamente. 

Este momento que constituye la posibilidad material de avanzar en la terminación del conflicto armado en Colombia, se nos presenta como una inmensa oportunidad para la proyección de un horizonte de futuro diferente. Por un lado, es el escenario que se abre para que transiten allí los actores sociales que otrora fueron acallados, pero que aún viven en la memoria de quienes reivindicamos sus haceres. También es la oportunidad de saldar grandes deudas con la población campesina, indígena y afrocolombiana, que aún habitan el territorio, a pesar del despojo y el desplazamiento forzado. Es el momento para ellos y para ellas de la reparación, de la no repetición, de la justicia social, del retorno a sus lugares despojados, si así lo quieren. Es el momento para todos, incluida la universidad pública, para re-construir la historia de este país y llegar a la reconciliación. 

No es de extrañar, que como estudiantes universitarios planteemos nuestros puntos de vista, o mejor, tomemos posición frente a la coyuntura nacional, a su futuro desarrollo en un ambiente democrático en el cual no se anule o se elimine la diferencia. 

Hacemos un llamado a la comunidad universitaria a que acuda a las urnas este dos de octubre y dé su voto afirmativo para refrendar los acuerdos alcanzados entre las Farc-EP y el Gobierno Nacional, y, de paso, deje entrever la necesidad de iniciar la negociación de la agenda acordada con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). 

Tomamos posición sin miedo a ser señalados por quienes han detentado el poder político y militar, aplicándolo contra su propio pueblo; tomamos posición en defensa de las reformas, necesarias y aplazadas desde siempre, que establecen los acuerdos en cuanto al tema de la tierra, de la participación política y garantías de la oposición democrática; tomamos posición en defensa de la población rural que será la principal beneficiaria del cese de hostilidades; tomamos posición a favor de la participación de todos aquellos que creyeron en las armas como medio de expresión política y que hoy entienden otra manera de ejercerla; tomamos posición a favor de nuestro irreprimible impulso de soñar con un país diferente, uno que no asesine o vea asesinar a sus propios hijos, tan solo por el hecho de ser o pensar diferente. 

Tomamos posición por nuestro compromiso con el pensamiento crítico y divergente. Tomamos posición a favor del Sí, porque en nuestros hombros está la memoria de todos aquellos que ya no están y que creyeron fervorosamente en un sueño que hoy estamos viviendo: la construcción de paz. Votaremos sí, e invitamos a que lo hagan todos aquellos que sean conscientes del alto costo que hemos pagado y de los enormes beneficios que podremos disfrutar si volteamos la página de la historia y le ponemos punto final a la guerra entre las Farc-EP y el Estado colombiano. Hoy recibimos con esperanza esta nueva opción, este nuevo camino a seguir, con la firme convicción de que un nuevo aire de paz llegará atravesando cada rincón del país. 

El aire de paz también atravesará las universidades públicas, pero este valor supremo, que hoy nos convoca, no significa la abdicación de las reivindicaciones históricas del movimiento estudiantil. Será, por el contrario, el momento propicio para desplegar la fuerza del cambio que durante décadas las administraciones universitarias han imposibilitado. Serán momentos en los que seguirá vigente la lucha por la consolidación de la autonomía y la democracia universitaria, que instalen la capacidad no solo para recibir, sino también para llegar al grueso de la juventud de los campos y las ciudades. Una universidad plural y democrática, será la universidad que contribuya a la construcción de paz territorial con justicia social. 

Estudiantes Universidad de Antioquia 
Oficinas y organizaciones estudiantiles 

Medellín, 26 de septiembre de 2016

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